DEL LUGAR DE LA MONITA CUAUHOCUILLI....

Nací sobre la lava del Xitle. En el pedregal que quedo, y en donde seguía creciendo el nopal y el maiz, cuenta mi papá que había muchos tipos de reptiles de colores exóticos, cuevas enormes en donde solía jugar y esconderse de sus amigos después de haberles aventado una pedrada a la cabeza con una resortera hecha de algún pirul de por allí, y con la cual también atontaba a los camaleones para poder atraparlos y llevarlos a Don Fede, el conserje de la escuela en donde también trabajaba mi abuela paterna, Doña María de los Angeles Julita de Jesús Moreno González viuda de Santana. Allí nació mi mama y vivió en uno de los accidentes del Xitle, en una joya del pedregal. Dicen que cuando salía de su casa era como si emergiera de la tierra una luz intensa y apacible, Carmen es eso, una intensa luz en el camino de quien la conoce. La casa donde nací esta sobre las cuevas y las joyas en donde crecieron mis papas y sobre los vestigios del antigüo templo del señor Huitzilopochtli. Soy de la hora en la que nacen los guerreros mensajeros del Sol, las seis de la tarde del invierno. Mis abuelos maternos me heredaron la fiesta del señor Huitzi, que coincide, naturalmente, con la fiesta del señor San Francisco de Asis y en donde se venera el Nahui Ollin, un madero muy grande que en el centro tiene un ave mensajera y que se llama Santa Cruz de San Francisco. Asé, me conoció tata Emilio, festejando y ofrendando en tierras de voluntad.